Vinos de Chile
Un país lleno de historia y diversidad
Chile y el vino están estrechamente ligados por siglos de historia y tradición. La elaboración y consumo del vino comenzó en el siglo XVI y desde entonces ha formado parte de la cultura chilena. En sus inicios, el vino se destinaba casi exclusivamente para consumo local, pero su reputación fue creciendo a la par que las técnicas y tipos de vino se fueron perfeccionando. No obstante, el amor que ponen los chilenos en cada botella sigue intacto.
Los conquistadores españoles llevaron la vid a Chile y comenzaron a cultivarla en gran parte de Santiago. Con el tiempo, esta práctica se extendió a lo largo del país. Aunque la mayor parte del vino se produciría para consumo personal, ya se exportaba vino a países cercanos. En 1794, España impuso una orden que prohibía la exportación de vino chileno a sus colonias, para proteger el comercio de los vinos españoles.
Chile consolidó su independencia en 1818, pero esto no representó un cambio en el mundo del vino. Se continuaron usando las técnicas antiguas y la cepa traída por los españoles, la uva “país”, conocida en México como “misión”. Fue hasta 1850, con la llegada de cepas francesas que ocurrió un giro importante. Junto con las nuevas variedades de uva, llegaron enólogos europeos y también bodegas especializadas. Entonces, el vino chileno comenzó a hablar con voz propia: aumentó la producción y se perfeccionaron los métodos a la par que el transporte y la comercialización se volvieron más ágiles. Chile empezó a ganar prestigio como tierra de vinos.
Entre finales del siglo XIX y la década de 1930, mientras Francia y otras regiones del mundo veían caer sus viñedos ante la filoxera, un insecto diminuto que arrasó con plantaciones enteras, Chile se mantenía a salvo, ganando ventaja en el mercado de exportación ante el aumento de la demanda internacional.
Gracias al aislamiento concedido por sus fronteras naturales, se preservó en Chile algo que se perdió en casi todo el mundo: las raíces originales de sus vides. Mientras en otros países se vieron obligados a injertar las plantas para que pudieran sobrevivir, las cepas chilenas siguieron creciendo inalteradas. Algunas de estas vides llevan más de un siglo echando raíces profundas, dando frutos que hoy ofrecen complejidad y carácter. Este privilegio natural elevó la calidad del vino chileno, otorgándole un distintivo único.
En 1973, la historia del vino chileno vivió una nueva transformación impulsada por la abolición de restricciones en la producción. A pesar de la crisis económica de los 80, que afectó gravemente a la industria, Chile salió adelante con inversiones en tecnología de punta, como cubas de acero inoxidable y barricas de roble americano. Estos avances dieron como resultado una alza sin precedentes en las exportaciones de vino a partir de 1986, llevando a Chile a convertirse en uno de los grandes exportadores de vino del mundo.
Hoy en día, Chile es un referente mundial en la viticultura, siendo el cuarto mayor exportador de vino en el planeta. Su calidad constante a un precio razonable ha ganado la preferencia de mercados como el de Europa y Estados Unidos, donde la producción chilena ha logrado posicionarse como un modelo de valor garantizado.
Así, aunque el vino chileno ha atravesado muchas etapas, siempre logra adaptarse y florecer. La historia que comenzó con la llegada de los europeos a Chile, es ahora la historia del vino que llega a todos los rincones del mundo y se presenta ante los consumidores mostrando la evolución y el carácter único de su tierra.
¿Por qué Chile es tan especial?
Tierra de culturas ancestrales
Naturaleza en su máxima expresión
Referente vitivinícola mundial
Las joyas vinícolas de Chile
Actualmente, además de la uva país, los viñedos chilenos dan vida a una amplia variedad de cepas internacionales. Entre ellas, destaca la carménère, una uva que se creía extinta en Europa y fue redescubierta en Chile. Las mezclas de variedades no son tradicionales, aunque cada vez más enólogos se atreven a explorar ese campo, dando paso a nuevos estilos de vino.
- Cabernet Sauvignon: Nacida en Burdeos y cultivada en el mundo entero, la Cabernet Sauvignon encontró en Chile un lugar donde distinguirse.
- Cabernet Franc: Originaria de Burdeos, esta uva tinta ha ganado prestigio en tierras chilenas.
- Carmenere: La cepa carménère es la uva insignia de los vinos chilenos. Aunque nació en Francia, el Carménère desapareció de Europa tras la plaga de la filoxera en el siglo XIX.
- Malbec: Aunque muchos piensan en Argentina al escuchar “Malbec”, en Chile esta uva tiene un perfil muy agradable, con cuerpo medio, taninos suaves y una acidez que les da frescura.
Chile goza de un conjunto de climas y paisajes que convierten a su territorio en uno de los países vitivinícolas más diversos del mundo. Desde el desierto de Atacama en el norte hasta los valles del sur, las regiones se pueden clasificar de manera muy general en tres tipos: Andes, Entre Cordilleras y Costa. La corriente de Humboldt proveniente del pacífico refresca las mañanas con niebla en la Costa, generando un clima ideal para uvas blancas. En contraparte, las brisas de los Andes mantienen temperaturas equilibradas y son ideales por su altura para vinos tintos de gran calidad. En la región Entre Cordilleras se produce todo tipo de uvas, a menudo para vinos de mezcla.